Shih Tzu

Origen:
El Shih Tzu, también conocido como el “perro león”, tiene su origen en el Tíbet, donde se cree que fue criado como perro de compañía por los monjes tibetanos. Posteriormente, fue llevado a China, donde se convirtió en uno de los favoritos de la realeza durante la dinastía Ming.

Cuidados:
El Shih Tzu necesita cuidados frecuentes, especialmente en lo que respecta a su pelaje. Se recomienda cepillarlo a diario para evitar que se formen enredos y nudos. Además, es importante limpiar regularmente los pliegues de su rostro y los oídos para evitar infecciones. Son propensos a problemas respiratorios debido a su cara achatada, por lo que es vital evitar el sobrecalentamiento.

Pelo:
El pelaje del Shih Tzu es largo, suave y denso, lo que le da una apariencia majestuosa. Este tipo de pelaje requiere un mantenimiento constante para mantenerlo libre de enredos y en buen estado. Muchos propietarios optan por un corte corto para facilitar el cuidado diario.

Color:
El Shih Tzu puede presentar una variedad de colores, desde blanco, dorado, marrón, negro o una combinación de estos. No hay un patrón de color específico que prevalezca en la raza.

Comportamiento:
El Shih Tzu es un perro afectuoso, juguetón y lleno de energía. A pesar de su apariencia regia, es muy amigable y disfruta de la compañía humana. Se lleva bien con niños y otros animales, lo que lo convierte en una excelente opción para familias.

Altura y Peso:
La altura de un Shih Tzu oscila entre los 20 y 28 cm, y su peso varía entre los 4.5 y 8 kg.

Historia:
El Shih Tzu fue criado por primera vez en el Tíbet y luego perfeccionado en China, donde se convirtió en uno de los perros favoritos de la realeza. Durante siglos, esta raza fue valorada por su apariencia y su capacidad para ser un excelente perro de compañía. Después de la Revolución China, la raza fue casi extinguida, pero fue rescatada y llevada a Europa, donde su popularidad ha continuado creciendo.